U.2 - Actividad Nro 3: Niñez, infancia y padres de hoy. La educación formal y el desafío de acompañar a los niños de la actualidad. Elaboración de video (flip)

¿Qué pedagogías necesita hoy esta infancia?


Es una pregunta que todos los que estamos involucrados en la educación debemos tomar en serio, para que la escuela sea una experiencia relevante para la niñez de hoy, para ampliar sus márgenes de acción, sus recursos culturales y sus posibilidades de imaginarse como adultos plenos, con proyectos y con futuro.  

Deberíamos poder volver a mirar la infancia “con ojos de niño”, con una curiosidad y una sorpresa renovadas. Como afirma Walter Kohan, hacer filosofía “entre” niños, para afirmar que “hay que pensar la infancia no como aquello que tenemos que formar sino que debemos abrirnos a lo que la infancia nos puede preguntar”. La infancia son muchas cosas, pero ante todo es el mundo de los niños y sobre ellos debemos conservar “la condición de posibilidad” (Frigerio: 2006: 328). No “infantilizar” ese vínculo no quiere decir dejar de considerarlos niños, sino mantener una pregunta abierta y activa sobre la infancia.

Las sociedades –en todo tiempo y lugar– parecen ser espacios en el que conviven distintas temporalidades, distintas maneras y experiencias de vivir el tiempo. A la escuela le ha tocado entre sus funciones ir un poco a contramano de esa vivencia en la construcción, enseñanza y sostén de una determinada temporalidad.

Existen distintos tipos de infancia, y esto es un dato de la actualidad, pero también lo fue en su despliegue histórico, donde también los primeros años de vida se vivieron de manera muy heterogénea.

Como sabemos, a la escuela no le ha tocado una tarea fácil ya que uno de los aspectos que se ha visto conmovido es la relación entre presente y futuro, el sentido de las postergaciones con miras al futuro, la movilidad social vivida de una generación a otra, dentro de las familias, etc. Ello genera una tensión entre distintas experiencias del tiempo, que han hecho estallar ese tiempo lineal del progreso en el proyecto de la instrucción pública moderna. 

Ello posibilita el ejercicio de seguir buscando –de hecho, imaginando– posibilidades que sean alternativas. Esas alternativas pueden interpelar el sentido común acumulado en las escuelas, que espera que la niñez se exprese de determinadas maneras y se incomoda cuando se expresa de manera divergente. Encontrar maneras de alojar el enigma, de alejarse de la impugnación ante lo inesperado para constituirse en un lugar productivo de insistencia por el cuidado para los más chicos. 

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